jueves, 1 de abril de 2010

Por el placer de volver a verla (Palabra de madre)

Fuimos el domingo al teatro Amaya de Madrid a ver a Solá y Blanca Oteyza, dos actores excelentes. Hace unos cuantos años estuvieron en Madrid mucho tiempo con la obra "Esta noche, historia de Adán y Eva", un texto precioso que jugaba con la radio y el teatro sobre la base del libro de Mark Twain, "Diario de Adán y Eva", editado en España por Valdemar.

Michael Tremblay es el autor de la obra "Por el placer de volver a verla". El texto tiene interés, humor y delicadeza, aunque no tiene ni de lejos la finura del anterior éxito de Sola y Oteyza y se desliza a veces por el tópico y lo evidente. Es algo previsible y hay, creo, un exceso de discurso que se hace molesto. Trata sobre la maternidad, esas madres chillonas y que son unas santas casi siempre, o sea, la de cualquiera. Las que gracias a su dedicación y esfuerzo, no caemos en el reformatorio o, si caemos, salimos de él. Gracias siempre a ellas que nos sostienen aunque sólo sea teniéndolas cerca: cada uno a sus cosas y ellas, siempre, a las nuestras, como dice ella el texto. Ella, la de la obra, es la madre del autor que representa Solá como un niño de 11 años en la primera escena, impresionante lo de este actor. Ella, la madre, es el origen a menudo del discurso que acaba dando pie a cualquier texto, hasta el teatral, un disfraz a veces, un artificio al hablar que no es artificial sino lo que le sale verdaderamente a una mujer que se lamenta, le gustan las novelas (malas), discute con su hijo, etc. Una madre como tantas, como la de cualquiera, insisto: una madre como muchas que dan la lata, y a las que se la damos, pero a las que se las quiere muchísimo.


Creo que detrás de toda persona que escribe lo que sea hay una mujer que habla y cuida, que está a tu lado, alimentándote de alguna manera. Quizá esa es la tesis de la obra. Por eso a veces se teme tanto su opinión. Es lo que más temes, aunque ella, formalmente, sepa poco de bambalinas, poemas o cuentos o incluso, te parezca, de la propia vida que llevas o quieres llevar. Pero sabe Tremblay que en el principio fue siempre su palabra, la palabra materna, en muchos sentido la que movió a escribir de alguna manera. Cháchara a veces, "me dices, te digo, pero entonces, no me entiendes, etc. " Porque no importa lo ligero o lo profundo, sobre todo eso se crea. Y a veces uno se duele de que el ser de uno no haya podido ser contado a quien te lo dio, en definitiva a quien te dio la vida y, también, la palabra, ambas. Todo esto planea en "Por el placer de volver a verla", creo.

Solá es un monstruo que domina la escena, sale él y se hace el silencio, ni importa el resto, ni casi la obra siquiera. Cuando hace televisión y cine también es bueno, hace lo mediocre excelente, no doy más señas. Blanca Oteyza es una actriz llena de matices, buenísima, elegante e inteligente. Pero ocurre algo con ella en esta obra. Y es que no sé si es el vestuario o es la propia Blanca con ese físico tan fino y espléndido que tiene que no da el tipo de madre del personaje, me parece. O lo da de una manera que no hay quien se lo crea. Vamos, que lo que sale por la boca de Blanca, el texto de Tremblay cuando ella se expresa, no casa en absoluto con la presencia física y los ademanes de Blanca, con cómo la presentan arreglada. Me parece que no pega salir a tender la ropa a la terraza de arriba del edificio donde vives, hoy o en los años 50, en Madrid o en Montreal, con tacones y vestida ideal de la muerte, aunque con un delantalito, ni aunque fueras del barrio de la Moraleja (que no es el caso). En fin, quizá otra actriz hubiera dado mejor para la madre, o la misma Blanca, de otra manera vestida y arreglada, hubiera sido más creíble, más acorde al texto, sólo eso.

2 comentarios:

  1. ¡Qué envidia me das, Aurora! Disfruta de esa vida cultural madrileña. Inteligente crítica. Un abrazo.

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  2. JM, es que en Madrid en cambio no tenemos ni primavera, ni playa, ni carnaval (sí lo tenemos, pero depende de dónde vivas ni te enteras), ni tampoco feria, y la semana santa a veces ni se la siente.

    Lo menos que podíamos es tener algo de vida cultural, teatro y cosas de esas ;-)

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