Hace un par de años en unas vacaciones en Galicia volví a descubrir el encaje de bolillos. Tengo debilidad por el encaje, me encanta, no he visto nada más sensual y delicado, tan femenino siempre. Me gusta para vestir sin exagerar, también, en pequeñas dosis, para los manteles, en toallas, sábanas. Poquísimo práctico, lo reconozco, pero hace precioso. Volveré otro día sobre encajes diferentes, hoy toca el de bolillos que es algo especial y al que voy a dedicar varias entradas.
Las mujeres de antes que hacían Magisterio -me refiero a la generación de mi madre, es decir, las que estudiaron carrera o lo que fuera a finales de los años 40, principios de los 50- tenían que saber hacer bolillos, lo exigía el programa para ser maestra. Por eso yo he visto los bolillos esos cuando era pequeña en alguna caja de costura.

Allí había mujeres palillando, el ruidito ese constante, todas con su almohadón y sus alfileres y dándose palique, la charla de compañía al ruido de las maderas. En el castillo de Vimianzo, un poco más en el interior de la Costa da Morte, también había palilleras dale que dale, "falando galego" a toda velocidad y a a toda velocidad con la labor. Interesante lugar ese castillo para conocer artesanías diversas, no solo el encaje, mucho más.
Hola: probando a ver si funciona.
ResponderEliminarMe alegra ver que tienes otro blog donde se puede comentar algo, pero no te sientas obligada a contestar.
ResponderEliminarLos bolillos me han gustado siempre, pero no es fácil dominar el asunto.
A ver si me vuelvo a "enganchar" gracias a tu monográfico sobre este arte tan delicado y estético.
Un abrazo.
El encaje de bolillos, encaja poco con estos tiempos de prisas y baratillos.
ResponderEliminarSi nos descuidamos será reemplazado por el encaje de palillos...chinos.
Saludos.
Los encajes de bolillos dan a las casas la apariencia de un hogar y no de lugar aséptico, como de hospital, que tanto se ha llevado.
ResponderEliminarMe traen a la mente las señoras sentadas a la puerta de la casa charlando de sus cosas mientras mueven los dedos a velocidad supersónica, como si fuesen magos. Luego se detienen, pinchan sus alfileres de colores en la plantilla de papel y vuelven al ataque.
A mi mujer le encantó que yo quisiese ir a Almagro a comprar una colcha artesana, supongo que se regocijó su espíritu manchego por encima de la modernidad.
Adorei trabajos bolletos, grande saluda del Belgica, bjos
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