lunes, 5 de abril de 2010

Maruja Mallo o la soledad soportada



El viernes santo por la mañana decidí andar por el viejo Madrid para ver “monumentos”, que se llamaban antes, la exposición eucarística, los altares con las custodias o los sagrarios todos adornados de flores y velas. Lo contaré en otra entrada. A mitad de camino me encontré que en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando había una exposición temporal de Maruja Mallo. Conocí a la obra de a pintora en una interesante exposición hace ya más de 10 años dedicada a mujeres de vanguardia, “Fuera de Orden”, en la siempre excelente Sala Mapfre que está en General Perón esquina la Castellana. Fue un descubrimiento entonces junto a Ángeles Santos y Mercedes Varó de las que no sabía absolutamente nada, así como de María Blanchard, que si me sonaba y de la que, desde entonces, estoy reuniendo documentación porque tiene una historia realmente apasionante.

La exposición de Maruja Mallo en solitario me ha parecido muy completa, muy bien montada y con el apoyo, además, de un documental que pasan a eso del mediodía y que ayuda a entender quién fue la pintora: habla su galerista, Guillermo de Osma, y otros que la conocieron, su biógrafa también, te cuentan su exilio y su vuelta a Madrid, el personaje que ella forjó y la privacidad sin embargo de la pintora. Y la frase esa por ella acuñada, “una persona se mide por la soledad que puede aguantar”, que te deja pensando y te anima para volver a ver sus cuadros con otros ojos. A veces hace falta una segunda mirada, descubres cosas nuevas.  Dentro del escaso conocimiento que yo tengo de pintura y de Mallo además, me encantaron para empezar esas acuarelas de verbenas o medio carnavales, tan gallegos, un poco valleinclanescos, de sus inicios. También me gustaron mucho  las mujeres pintadas un poco a lo soviético, si se me permite la expresión que seguro que no es acertada: digo esos volúmenes rígidos, estáticos, de mujeres fuertes y sólidas, arquitecturas casi. Bueno, también tienen algunas otras resonancias: un cuadro precioso de una mujer desnuda y otra vestida en la playa, me recordó mucho a Vázquez Díaz, es otra manera de ver esos cuerpos tan compactos. Tuvo también una época de un surrealismo desintegrado a veces, de una fuerza femenina, no sé cómo explicarlo, demoledora, sugerente, reptante. Muchas geometrías luego, ordenado todo y en línea y algo que se insinua muy pop. Tiene unas uvas, así, planas, pero como dice su galerista, sensuales, casi eróticas, una cosa muy curiosa. Y más, fotografías luego retocadas por ella como de Cruella de Vil a veces.

Creo que vale la pena ver la exposición de una pintora que no se conformaba con lo que sabía hacer y exploró lenguajes nuevos, una trabajadora nata, constante y arriesgada. De las cosas que más me gustan de los pintores, en general de los artistas, es ver las notas previas de muchos de sus trabajos, los apuntes, los esbozos. De verdad, muy recomendable la exposición, se aprende, se piensa y lo pasa una en grande, que es muy importante.

4 comentarios:

  1. No es que pueda aprovechar en directo estas sugerencias, pero me encanta entrever otras cosas. La frase esa de la pintora tiene mucha gracia, pero me parece que más que soportar o aguantar, es apreciar: no? Recuerdo un episodio de la biografía de MMKaye, una autora inglesa que vivió su infancia en India, y que contaba que su padre, teniente del Ejercito, fue enviado para un fuerte muy alejado de todo, con tropas nativas exclusivamente. Era habitual que hiciesen turnos de 3 meses, porque era muy aislado, y nadie hablaba inglés, etc. Terminados los tres meses, pidió quedarse otros tres, para espanto del comando, y después otros tres, que ya no autorizaron: y ella concluía que a su padre, un hombre muy calmo y que ella adoraba, le encantaba su misma compañia, pero que el general tuvo miedo de un tal gusto de la soledad. :))

    ResponderEliminar
  2. Ay, Annemarie, hay escuelas y gustos para todo, y momentos, claro. Pero la soledad también se soporta, se aguanta, mal, bien o por temporadas. Para hacer algunas cosas hay que estar solo, o solo se hacen mejor, solo por dentro, en ese momento, es la soledad del que escribe, también otras muchas.... No sé, es complicado, porque somos seres sociales y la compañía es estupenda si es buena. Aunque ahora que me pongo a pensar creo que una cosa es el silencio y otra la soledad. Para hacer algunas cosas hay que cerrar ventanas, tras estar abiertas. Hacer silencio por dentro -que no es soledad- es el tema quizá, no tanto la soledad... Tengo que pensar en esto ... a solas... o hablarlo con gente ;-)... dos vías complementarias...

    ResponderEliminar
  3. No sé donde leí que la soledad es un buen sitio para visitar, pero no para quedarse en él. Pero sí que creo que la forma en la que uno aguanta la soledad es un buen medio de conocer cómo es uno: más que nada porque cuando estamos solos nuestras miserias se acrecientan, o por lo menos aparecen ante nosotros más claramente. Por eso siempre he admirado a los seres solitarios que no acaban enajenados: deben tener, aparte de mucho temple, pocas sombras en su interior para aguantar(se).

    Por otra parte, gracias por traernos a esta pintora aquí, de la que no sabía nada. ¡Ya tengo otra cosa que hacer en Madrid! Me voy a fundir el sueldo en billetes del AVE...

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Aurora, por este paseo tan interesante por la pintura de Maruja Mallo.

    Enhorabuena por este nuevo blog, tan prometedor.

    Saludos

    ResponderEliminar

Y tú ¿qué opinas?