viernes, 16 de abril de 2010

El pie que pide tierra


Vivir en una ciudad grande implica a veces andar mucho. Es un modo de pensar el andar, una transición entre una actividad y otra, un momento de  silencio y calma pese al tráfico, el ruido y la velocidad que nos rodea. El metro está ahí, como los autobuses, si vas con peso o prisa compensan, pero en otras ocasiones si hay tiempo es mejor andar.

Andar otras veces por un parque, por el Retiro, el Capricho, la Quinta de los Molinos, el Parque del Oeste, el Juan Carlos I, la Casa de Campo o el Pardo, perder una hora o dos si se puede, perderse una en ese tiempo.

Y luego por tierra más tierra, campo, andar por la sierra de Madrid es el mejor remedio para muchos males internos, una mañana entera en compañía que casi no hable o sola con la perra por el monte que se despereza. Luego acabar con un bocadillo o un puchero si hace frío, o, si hace bueno, con una ensalada y un chuletón en la Horizontal, en el Escorial, por ejemplo.

El pie pide tierra, estamos hechos para andar, el paso humano nos da otro ritmo por dentro.

Es una pena que este fin de semana el pronóstico del tiempo sea de lluvia.

5 comentarios:

  1. anda tú, anda ya, anda que te anda... y lo que te rondaré (moreno). ;-)

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  2. Aquí también está lloviendo intermitentemente, y resulta un fastidio. En Cádiz puedes darle la vuelta a la ciudad sin perder nunca de vista el mar, aunque sé que lo de la sierra tiene su aquél.
    Un abrazo.

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  3. El pie pide tierra, el oido silencios, el ojo horizontes y verdes.
    Como mis amigos sigáis multiplicando blogs voy a dejar el ordenador por esos otros horizontes.









    ¡Anda que no!
    ¡Salud!

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