lunes, 29 de marzo de 2010

La expulsión de los mercaderes (El Greco en San Ginés)




Hay un pequeño cuadro del Greco que descubrimos el sábado pasado un amigo y yo en la iglesia de San Ginés en Madrid. No pudimos entrar en las Descalzas Reales, el aforo estaba completo, así que bajamos la calle Hileras hasta Arenal donde se encuentra esta iglesia en cuya entrada hay una leyenda que explica que Lope de Vega caso aquí y Quevedo se bautizó. No había reparado nunca en este pequeño cuadro, pero esta vez, al llegar al fondo de la iglesia un sábado por la mañana, el único día que creo lo enseñan, una mujer en voz baja nos dice que, si queremos, ella nos explica una obra del Greco que hay allí. Pertenece la guía a una fundación, no es Nartex, es otra similar que no recuerdo. Nos parece una buena idea.

Al parecer el cuadro está ahí por donación que se hizo para unas misas. Luego leo en un pdf al respecto y varios artículos de cómo se atribuyó el cuadro al Greco hace bien poco. El caso es que el Greco pintó, según informa la guía, otros 6 cuadros sobre el mismo tema: la expulsión de los mercaderes del templo. Al parecer era una de los temas estrella al hilo de la reforma y la contrarreforma. Lo primero que notas sin tener ni idea de arte es el abigarramiento central de la escena, los mercaderes que se inclinan a recoger los tenderetes volcados, otros protegiéndose, y algunos de los presentes contemplando a Jesucristo, como si estuvieran atentos a la ira o a sus palabras. Tiene muchísima fuerza la túnica roja esa que recuerda a otros cuadros del Greco, aunque la del Expolio, impresionante, es menos oscura, más rojo sangre. Se repiten los amarillos y los verdes, las piernas y brazos musculados, como los de la legión tebana del martirio de San Mauricio. Aquí algunos como sin acabar, en exceso gruesos a pesar de la estilización del resto, el blanco que ilumina, el niño desnudo a la izquierda que al parecer es el alma, según dice la guía. Estamos bastante tiempo mirando el cuadro, nos dan algunos datos de la historia de Greco, de su estancia en Venecia y en Roma, de las influencias de Tintoreto, Tiziano, Miguel Ángel, etc. También el origen de las ofrendas en el templo judío. Al principio los mercaderes estaban fuera, a la entrada, pero acabaron dentro. Luego nos da otros detalles la guía sobre el lienzo: Adán y Eva expulsados del paraíso a la izquierda, bajo la hornacina que tiene una escultura a todas luces imposible en un templo judío, jamás con imágenes. Me fijo en otras cosas por mi cuenta, como por ejemplo ¿será el arca de la alianza lo que hay en el templo, al fondo? Es lo que guardaba el templo de Jerusalen, el arca.

domingo, 28 de marzo de 2010

Un vaso de buen vino

Quiero fer una prosa en román paladino,
en qual suele el pueblo fablar a su vecino.
ca non so tan letrado por fer otro latino,
bien valdrá, como creo,
un vaso de bon vino.

Con este poema de Gonzalo de Berceo (1197-1264), uno de los primeros en castellano, nace esta bitácora.

Tema: los pequeños placeres, los de los cinco sentidos.

Oído.

Olfato.

Gusto.

Tacto.

Vista.

Comentarios de amante o artesano sobre lo que a veces pasa desapercibido por la falta de tiempo. O peor, por las modas, por la hojarasca del consumir(se), todo deprisa, sin paladear, mirar, escuchar, oler ni tocar con pausa. Ni pensar a veces. Ni querer, casi lo que más duele.

Contados estos placeres por voces diversas. Esta bitácora nace personal pero querría ser coral y voy a intentar que lo sea.

Sentimos de modo individual. De cada uno son los ojos y oídos, la nariz, el tacto, el paladar, personales siempre e intransferibles, como el corazón o la cabeza.

Pero no hay nada como un vaso de buen vino compartido.

La soledad no es buena compañera de los placeres. Se disfruta más en compañía siempre.

Pero, además, creo que la diversidad de gustos y apreciaciones en cada uno de los cinco sentidos enriquecerá Un vaso de buen vino.

Iremos creciendo. Espero que aparezcan esas otras voces, que haya visitantes temporales si ellos quieren, cuando puedan.

A esta bitácora le gustaría ofrecer otra visión distinta a la de los suplementos dominicales, las guías de estilo y tantos intereses comerciales, todo al final es lo mismo y aburre hasta a las ovejas. Quienes hemos trabajado en medios lo sabemos: hay mucho miedo de salirse de lo que se lleva, todo cae devorado por la prisa y el dinero.

Creo que precisamente lo que internet permite con los blogs es una mayor libertad y una mayor independencia, no el temple ni la pausa quizá, eso debe ir por dentro.

No querría que Un vaso de buen vino fuera cool, que dicen los ingleses, ni descubrir tendencias. Es justo al revés, cada vez me gusta más la tradición. Creo que suele ser más sabia, más templada y más certera. Espero poder aprender de ella, sola y acompañada preferentemente.

Con estas intenciones doy inicio a Un vaso de buen vino hoy domingo de ramos, 28 de marzo de 2010, a ver si de esta vez ya me atrevo.